Ingreso de personas al País: ¿Política o tecnología?


Existe tecnología disponible y probada alrededor del mundo para implementar estos tipos de soluciones, pero su uso puede ser complejo y poco provechoso sin la definición de una política clara en esta materia. La experiencia ha dejado claro que son procesos largos para lograr el éxito y que requieren de lucidez y precisión política para implementarse bien y no quedarnos atrás.
Autor: Bruno Barrera Chevecich

En noviembre de 2016 se dio comienzo a la construcción del nuevo aeropuerto de Santiago “Nuevo Pudahuel” que se espera que para el año 2020 duplique su capacidad actual de operaciones a 30 millones de pasajeros. Ello, sumado a la actual discusión sobre las modificaciones a la ley migratoria, representa una oportunidad para analizar cómo se integrará y optimizará mediante tecnología los procesos de entrada y salida del país.

Si miramos en América los países que han implementado sistemas biométricos complementarios de apoyo al oficial de inmigración, podemos encontrar diversos tipos: desde lo más básico que es la lectura del documento de identidad/pasaporte, la toma de una fotografía, el registro de una huella, por ejemplo la del dedo índice, hasta el registro de todas las huellas de las manos mediante un lector palmar. De manera semi-automatizada, existen los “eGates” o “SmartGates” que mediante la lectura de algún medio físico más un componente biométrico, garantiza el acceso de las personas. En general, dependiendo del país, es factible encontrar el uso independiente o combinado de estos.

Se puede analizar también el caso del Medio Oriente, donde el Aeropuerto de Dubai – con una capacidad aproximada para 80 millones de pasajeros al año – representa un ejemplo de modernización un tanto distinto a lo tradicional. En el año 2008 tenía implementado su sistema de VISA para inmigrantes con reconocimiento de iris. Y no cesa de innovar: recientemente anunció que a través de túneles – con el aspecto de estar dentro de un acuario – mientras el pasajero se dirige a retirar sus maletas, 80 cámaras realizarán un chequeo vía biometría facial.

En Oceanía, Australia fue aún más ambiciosa: Para el año 2020 pretende ser el primer país en introducir un sistema de procesamiento completamente automático y sin interrupciones para los pasajeros que ingresen, basándose únicamente en sus datos biométricos. El objetivo es procesar el 90% de todos los pasajeros entrantes basándose únicamente en su rostro, iris y huellas dactilares, junto con la revisión de datos ya existentes. Para esto, se comenzó a recopilar imágenes faciales y huellas dactilares de los pasajeros en los aeropuertos en noviembre de 2012, y desde entonces se han recopilado la enorme cantidad de datos personales necesarios para permitir que el nuevo sistema funcione correctamente una vez puesto en marcha.

Con esto, podemos concluir que la tendencia mundial será que los viajeros utilicen tecnología "sin contacto", eliminando la necesidad de presentar el pasaporte, así como también cualquier elemento físico, además de ser complementado con un sistema inteligente de preguntas y respuestas (propias del oficial de inmigración) para determinar el acceso o rechazo de ingreso al país.

En Chile al día de hoy no se vislumbra una política respecto a estos temas, lo que resulta preocupante, ya que tienen un impacto de corto y largo plazo en la seguridad nacional. Resulta fundamental establecer definiciones de cómo se manejarán los registros biométricos de los pasajeros, sus direcciones, las personas relacionadas, los propósitos del viaje, de manera optimizada en las bases de datos, sin perder de vista como esto impactará en resguardar la privacidad de ellas. Y esto último no es menos importante: Una vez que el rostro, iris o el ADN se convierte en un archivo digital, esto se convertirá en algo muy difícil de proteger y muy codiciado para robar.

En general, podemos pensar que esta información quedará disponible para las fuerzas de orden y seguridad, pero también es importante recordar que no son los únicos sistemas de información con los cuales se cruza información. Por ejemplo, están las cámaras del Metro, las de las autopistas, el retail, los sistemas propios de los municipios que están integrando el concepto de “Smart Cities”, etc. Estos cambios e integraciones resultarán en nuevos sistemas de seguridad que serán mucho más poderosos, pero también más invasivos.

Finalmente, podemos concluir que existe tecnología disponible y probada alrededor del mundo para implementar estos tipos de soluciones, pero que su uso puede ser complejo y poco provechoso sin la definición de una política clara en esta materia. La experiencia ha dejado claro que son procesos largos para lograr el éxito y que requieren de lucidez y precisión política para implementarse bien y no quedarnos atrás.